jueves, 8 de mayo de 2008

Carta a un cazador

“Lo mas importante que aprendí a hacer, después de los cuarenta años, fue a decir no, cuando es que no."......."Gabriel García Márquez.

Me propongo, transcurrido ya algún tiempo desde que empecé a escribir aquí, dirigirme al cazador, aquel que está sumido en un profundo y placentero sueño inactivo. El que quiera seguir durmiendo, puede dejar de leer. Esta en su derecho; igual que yo, en intentar despertarle.

Alguien pensará, seguro, que soy un pesado dirigiéndome constantemente a la conciencia del cazador en mis escritos. A estos les molestaré, otros se reirán de mi osadía, llamándole utopía; los mas retorcidos se convencerán a si mismos de que persigo oscuras intenciones, obtener prebendas personales. Tengo los flancos endurecidos, a estas alturas, por lo que, a pesar de todo ello, sigo escribiendo de las cosas del cazador.

Pero, tal vez, habrá otros que apreciarán mi postura personal y se alegrarán por ello. Para estos últimos va mi artículo, propio del cazador de pasión y vocación, que confieso ser, intentando que despierten, sin sobresaltos, apacible pero, definitivamente, de un mal sueño.
Esta carta amenaza con confirmar el famoso dicho de: “el que mas pone, mas pierde”. No obstante, a estas alturas de antigüedad, analizando las cosas de la caza, ya estoy en posición de saber, creo, con bastante certeza, quién es la gente que opina libremente, constructivamente, aun criticando o discrepando sobre ideas, no sobre hechos o personas, y quienes son los que están condicionados por algo. Es cuestión de leer entre líneas e interpretar las posturas. Difícil deporte, pero sano. Basta con saber donde habita cada uno de nosotros.


Quiero compartir contigo, cazador, una reflexión audaz. El mundo de la Caza esta mal, pero especialmente mal para los que no tienen recursos abundantes: los cazadores de a pié, como tu y como yo. Como los banqueros, los empresarios y la nobleza supongo que no tienen tiempo de visitar esta página, -repleta su agenda de ojeos, safaris y monterías- escribo para ti, que solo piensas en poder cazar cuando se tercie y te dejen. Lo hago ahora, en época de caza, de exaltación del sentimiento navideño y de acontecimientos y cambios legislativos importantes para los cazadores. Creo que es un momento oportuno para la reflexión compartida que con esta carta hago tuya.

Esta es una realidad negativa, es aplastante, son los hechos de la situación actual que nos marcan nuestra vida de cazadores. Cada día se nos aparta un poco mas de los centros de decisión del negocio que es la Caza, ya casi estamos totalmente fuera. Nos han echado poco a poco la FEC, la ONC, los Consejos de Caza, las Consejerías de Medio Ambiente, las empresas cinegéticas, los gobiernos central y autonómicos, todos ellos han tomado nuestros derechos por ocupación.
Nos permiten, sin molestarnos mucho -pero sin que les agrade nada- juntarnos en Clubs o asociaciones, convencidos de que no iremos más allá de eso, pero permanecen atentos a cualquiera de nuestros tenues movimientos de agrupación, aun siendo en pequeña escala, para que el redil no se les desmadre. Cada día se nos empuja mas y mas a practicar la pseudocaza (el tiro a todo lo que se mueva y la granja), mientras otros disfrutan ocultos y en silencio de la auténtica caza, la salvaje, la buena, la natural, la de verdad. Los métodos son obvios, el que no los quiera ver, estando parado y dormido, que no los vea, de todas formas le seguirán empujando a esa pantomima de cartón, y mas, si no quiere verlo. Porque lo único que, a los de arriba (los citados organismos públicos o semipúblicos), les interesa de nosotros es que consumamos, lo que sea, cartuchos, gasolina, revistas, armas, vídeos, perros, ferias, animales de granja, cochinos de corral, todoterrenos, etc. y que hagamos número, o sea bulto, para mantener su negocio y su hipotética representatividad, oficial o extraoficial, que les permita seguir cazando o viviendo, y muy bien por cierto, de todo este montaje en el que han convertido a la caza y al cazador, gracias a nosotros y nuestra permisividad o pasividad, obteniendo salarios, beneficios o prebendas a costa nuestra. Es prioritario para ellos que sigamos parados y adormilados. A la primera critica social o dificultad que existe contra la caza, ellos siembre están limpios, nos echan la culpa a los cazadores (p. ej. el veneno, el dinero negro de la caza, la falta de ética, etc.). En definitiva, es fundamental para nosotros, descubrir y denunciar esos intereses, que confrontan, claramente con los nuestros, aunque pretendan confundirse o confundirnos para situar a cada cual en su sitio. No todos los que dirigen los negocios de la caza son cazadores, ni practican la caza y, sin embargo, están dentro de ella, manejándola a nuestras espaldas y a nuestras expensas.


Sobre esta gran premisa de condenarnos permanentemente a ser meros sujetos de consumo de un producto llamado caza, manejado por otros -de la que, a mis años, estoy, plenamente convencido, porque la sufro como tu constantemente y nada, hoy por hoy, me indica que exista otra estrategia prioritaria mas favorable al cazador y menos a sus intereses- he construido mi postura personal frente a los acontecimientos y frente a la situación cinegética de este país. Una postura activa y crítica. No puedo tomar otra. No quiero que me sigan empujando a callar, permanecer de espectador y arrascarme el bolsillo cuando me lo indiquen. No quiero que, mañana, mis hijos cacen gallinos a cien euros/unidad porque hay mucho sueldo que pagar o beneficio que cobrar. Ni pienso tolerar, además, que me digan donde tengo que acudir a reivindicar mis derechos, esos que me han hurtado ellos mismos.

Se, perfectamente que todo no es blanco ni es negro, que el gris existe, pero, por eso precisamente, situados, como estamos, a empujones, en el lado negro, para que podamos alcanzar, mañana, el gris -y ya me doy con un canto en los dientes- debo situarme frente a todos ellos. De ahí, mi actitud deliberadamente crítica.

No me gusta hacer bulto. Si estoy en algo, es para participar. Si no puedo o estoy incómodo: mejor no estar. Hay multitud de sitios donde opinar de la caza y de los cazadores. Entonces ¿porqué estar callados?. ¿Porqué limitarse a contemplar como otros nos manejan: ¡Dejemos ya de hacer bulto, despertemos de este mal sueño, de una vez!.

Por todo ello, durante estos meses me he propuesto dar a conocer mis criterios de oposición a los negocios cinegéticos (la gran granja nacional, los orgánicos y los técnicos a su servicio); contra la difusión por marketing de la caza en los medios de comunicación específicos, sin autocrítica alguna ni defensa del cazador ni de la caza o siempre a la defensiva, pero promocionando, eso si, el producto caza-negocio que es el que les sostiene configurando un mundo feliz que no es tal. La estructura falsa de cartón-piedra representativa de este modelo de caza en España que encarna la Federación Española de Caza y toda su trouppe de organizaciones afines, hijas, hermanas y novias encarna este modelo organizativo nefasto para nosotros y, de todo punto, rechazable. Cada vez estamos peor entre sus brazos, porque nos ponen y quitan el chupete a su antojo y conveniencia. Pues no señor, ya somos mayores.

En todas mis reflexiones me baso en mi observación y en mi experiencia de cazador, poca o mucha, según gustos, pero para mi suficiente, así como en la permanente puesta al día informativa. Valores, ambos, difíciles y duros de obtener, pero mas de mantener, pero válidos como para tener formado un criterio, en mi opinión sólido y contrastable. No se puede estar al margen de todo con la que nos esta cayendo sobre nuestras cabezas.

El virus social de la exaltación del título académico o de la imagen pública de experto en cinegética -muy propio de este país- que resuelve, da explicación a todo y que se usa de aval para dar credibilidad a las personas, como si de un oráculo infalible se tratara, cuando en realidad esa credibilidad no se la han ganado, sus poseedores, en la arena del debate y en muchos casos se construye sobre esa imagen pública también predeterminada, negociada y de laboratorio, producto de contraprestaciones de poder, favores o influencias, no es una buena o acertada referencia de credibilidad a favor de quien lo ostenta. Nos creemos todo lo que nos cuentan por que lo dice D. tal que es un experto en nosequé de la caza. Pues no, amigo cazador, lo académico solo debe confirmar o desmentir a posteriori, lo experimentado, previamente, in situ, en el campo. Vamos, mas claro: Se debe explicar lo natural, no “inventar”, la naturaleza, alterándola o interpretándola al gusto y conveniencia propia, que es distinto. Da grima, o, incluso, pena, ver los consejos doctorales, basados en mil estudios, que aparecen en los medios de comunicación especializados en caza, a veces. Lo dicho, inventores del campo, a manta. Lo que nunca fue, ahora es, merced a los eruditos. Que no, hombre, que NO. Prefiero no recordar ejemplos que he leído para dar explicaciones científicas a las cosas de la caza con tal de figurar y adquirir imagen. Las lecciones magistrales a mí que no me las den, que se las den al Tío Emeterio. Ese que huele a jara y ha dormido al raso más de cien noches y no tiene ordenador personal. Y, si ese tío las confirma, ya me lo creo yo, después. Que fácil es dar conferencias y consejos técnicos a los que no están en el campo todos los días y quieren aprender de caza usando los medios informativos a su alcance. Carne de revista y devoradores de estudios y tratados, que terminan, los pobres, no aprendiendo nada útil porque no tienen donde confirmarlo en el campo. Lo dicho, mejor a ese, al de la boina y el garrote. Mi respeto, al contrario, es para aquel técnico que se esfuerza en dar explicación a lo que la naturaleza dicta, porque la conoce y aplica a estos hechos naturales su conocimiento para explicarlos. Partiendo de la comodidad de no molestarse en conocer el campo, hacer teorías de consumo cinegético general es estupendo (?) para ganarse una imagen, pero causante de malos hábitos, prácticas, métodos cinegéticos y de mala gestión, en definitiva una pedagogía nefasta para el cazador actual que solo pisa el campo los domingos. Es decir, una pléyade de sueldos, cargos y subvenciones, pasto de advenedizos, sobre moqueta y laboratorio, al servicio del negocio de caza que triunfan entre los desinformados o poco formados cazadores. Rara vez están al servicio del cazador, que sigue dormido en sus sueños de perseguir perdices por un páramo que no conoce ni al que tiene acceso, que se guía por lo que le cuentan y devora ávidamente lo que le entra por los ojos, mientras tanto, porque no tiene donde cazar. La industria de los medios cinegéticos audiovisuales tan bollante y, al mismo tiempo, tan inútil para el cazador.

Pretendo, también, y te lo reconozco, amigo cazador, construir algo a partir de nuestros propios defectos, los que tenemos, los cazadores, auto criticando las malas prácticas, con el fin de mejorar nuestra imagen hacia fuera, con el fin de compartir un estilo digno de hacer las cosas: Cazar, si, pero cazar bien: Las matanzas esquilmantes, matar por deporte sin límites, los excesos tecnológicos en la armas, en la cartuchería, con la ganadería cinegética, que desequilibran la balanza de competencia con las piezas; los malos hábitos con los perros, por interés económico o comercial, de nuevo.

Intentar saber posicionarnos dignamente frente a otros, sean agricultores, sean propietarios de fincas, sea la autoridad competente, para consensuar con ellos, entendiendo su papel, naturalmente y la necesidad de su existencia, por ser nuestros interlocutores válidos, prioritarios por obligatorios y definitivos, para poder cazar, pero, desde luego, clara y rotundamente, manteniendo frente a ellos una posición digna, de respeto mutuo y de posesión de un derecho a cazar que nos pertenece, pero que no tenemos y que nos usurpan crecientemente todos ellos, relegándonos a ser meros paganos de lo que nos ofrezcan, sin rechistar.

También fijar ideas, sobre todo a los jóvenes, que les sobra afición pero no experiencia y por lo tanto, acentuar su capacidad de análisis en profundidad de las cosas de la caza; buscar los porqués de cada asunto, orientar los lugares de aprendizaje hacia los cazadores experimentados, el campo y los antiguos autores, cazadores también, fomentando su interés por mejorar, porque pueden hacerlo. Les sobra energía para ello y el futuro les aguarda, pero no hay que ser superficial. Este es un mundo complejo y no se aprende viendo fotos, escuchando conferencias, leyendo libros y revistas, ni acudiendo a ferias, solamente. Se aprende cazando.

Cualquier ejercicio de apoyo y de mejora ajena parte de la identificación, abierta y clara, de uno mismo ante los demás, si se esta dispuesto a ayudar a los demás. Si los cazadores no nos conocemos, no frecuentamos lugares de debate y enriquecimiento, permanecemos encerrados en nuestro individualismo pertinaz no podemos mejorar y menos contarle a nadie, que no sepa nada de esto, nuestras tesis para que las haga suyas como si de un dogma se tratara. Debemos conocernos y debatir los problemas. Debemos contactar, juntarnos y dialogar. Todos mejoraremos y el que consiga un crédito personal suficiente, tras ese ejercicio de sinceridad y aprendizaje abierto le será reconocido su mérito y su autoridad sobre el resto, sin buscarlo. De ese proceso salen los líderes. Lo demás no son mas que montajes de marketing personal y carreras meteóricas, a costa de la buena fe de la gente, sin resultados colectivos, aunque si para el trepador de turno que ocupa su escalafón en la farsa que hay montada a costa del cazador pasivo. Basta de títeres y personajillos en la cumbre de la caza.

Definir un papel del cazador, con derechos, pero también con obligaciones, en concreto de respeto a la Ley y de acción conservacionista permanente; una filosofía digna y nítida del ejercicio de cazar, como predador racional insustituíble, no es inútil ni ocioso, es imprescindible para conseguir todo lo anterior. Diferenciarse, como cazador, de otras actividades paralelas o alejadas, pero hoy, pegadas a nosotros forzadamente y por intereses de los que mandan en la caza. Dignificar la venatoria sin mancharnos de culpas, que no tenemos, mutuamente, también por intereses ajenos. Saber luchar contra los ecolo-integristas, partiendo de nuestra irrefutable identidad predadora y ejerciendo de agentes del equilibrio natural y de la conservación de los hábitats y las especies, sin que, de nuevo, estos también nos desplacen en este papel, históricamente demostrado del cazador y la caza. Criticar, mas fuerte y alto que ellos, las practicas antinaturales, los abusos, los excesos, las invasiones del medio por artilugios productivos industriales o de “progreso” interesado sin control para propiciar una caza-matanza insoportable éticamente; censurar los manejos sobre las especies so pretexto de intereses científicos o pseudos-proteccionistas, o, lo que es peor aun, engañando al cazador para, otra vez, empujarnos, a la caza artificial, en detrimento de la salvaje, la auténtica, argumentándonos estudios científicos de pureza sanitaria, genética y salvajismo, falsos, o mediante engaños de supuesta calidad certificada de las fincas o de las prácticas de producción de caza, que en realidad solo producen mentiras y sucedáneos. La máquina del negocio de la caza sigue engordando, veloz y pasándonos por encima, con falacias que nos dividen, nos defraudan y nos orientan al consumo cinegético de plástico. Como te digo, nada es fácil en la caza. Solo pensar en admitir la pseudocaza como algo positivo, útil o factible, me pone los pelos de punta, por no decir que es una manipulación y abuso interesado de nuestra ilusión por cazar que actúa, a la larga contra nuestra imagen social.

No abdicar de nuestras tradiciones, porque marcan el bagaje cultural de un pueblo. Usarlas para defendernos argumentalmente. Buscar una respuesta a las cosas en la sabiduría de los que nos precedieron. No olvidar ni borrar las huellas que otros dejaron a base de esfuerzo, práctica, experiencia y años. Defender nuestro patrimonio genético residente en las especies salvajes, vegetales o animales, en los valores de nuestra orografía y paisajes, y en nuestras razas caninas.

En definitiva te propongo actuar, sacar la cabeza y dignificar nuestra figura en esta sociedad del siglo XXI donde no cabe la pasividad, pero hacerlo sin que nos indiquen la dirección a seguir ni que tampoco que otro -y menos los que ahora mandan- nos resuelva los problemas, porque eso tiene un precio muy alto y lo estamos pagando absurdamente: la cautividad.

Toda esta actitud crítica, estorba, está mal vista, se ataca, desde dentro y desde fuera de nuestro sector cinegético. El único miedo -como le dije hace tiempo a un ilustre cazador- que tengo es a nuestras carencias de identidad verdadera, representada por al activista-escopetero, ignorante y post-moderno, que se cree que va a inventar la caza en este siglo; que, para él, mientras pueda pagarlo, todo esta bien, es correcto y es bonito, porque ni se lo plantea, no lo analiza, manteniendo el actual estado de cosas y, basándose, pobremente, en aprovechar lo que otros le dejan, porque les sobra, aceptando, por último, esa derrota y ese “pacifismo anímico” de cazador monotema, porque es lo que hay, es lo legal (lo que manda el nuevo “señorito”) y ya está. Seguimos dormidos y recibiendo amnesia inducida a chorros por parte de toda esta gente que manda en la caza y cada día este tipo de cazador es mas numeroso, desgraciadamente, por su culpa.

Otros pocos cazadores han optado por criticar también, pero al otro cazador, al que no es de su zona, de su cuerda, de su práctica, formulando tesis éticas, aplicando tácticas de defensa de la caza, que nos llevan a la prohibición de modalidades cinegéticas para, hipócrita e hipotéticamente, “limpiar nuestra casa” y exigen nuestra complicidad o iniciativa, bajo amenaza de exclusión. No hay ninguna justificación ética o estética, hoy en día, que tenga más peso que la necesidad de defender, no la caza, ni el campo en su conjunto, sino, al cazador, en su conjunto, y debemos estar en contra de todo lo que suponga excluir a cazadores de su particular afición o modalidad, distinta a la nuestra. Fuera esta táctica. Primero afiancemos la Caza, la del predador necesario y, luego, cuando la sociedad actual lo reconozca, que, todavía no lo hemos conseguido, vendrá la hora de corregir defectos internos, si los hay y meterle mas racionalidad, si cabe, a nuestra práctica. Estas supresiones legales, hasta la fecha, que ya hemos sufrido, no han supuesto un mayor reconocimiento de la caza y de los cazadores y ya hemos perdido mucho,pero lo curioso y lamentable del caso es que esas prohibiciones han contado con la complicidad y aliento de otros cazadores en su propuesta. Negociemos lo que haga falta, pero obtengamos respeto al cazador, a cambio, por parte de la sociedad no cazadora. Tiempo habrá, después, para colectivizar la ética personal de unos cuantos, si todos los demás así lo decidimos, pero no antes y lo haremos nosotros, nadie más. Lo contrario es dejar muertos por el camino, para que ya no rechisten y que la poca o mucha caza que quede se la repartan los que critican a los expulsados.

Si trazamos una línea imaginaria, limitada en sus extremos por la prohibición de cazar en uno y, en el otro, de conseguir expulsar de la caza a tanto farsante con cargo o con negocio, estamos más cerca del primer extremo, precisamente porque nosotros, los cazadores, no somos capaces de echarlos. Esta última es, para mí, la máxima prioridad y urgencia, actual, del cazador para que sigamos existiendo, nosotros, no la caza, solamente: limpiarla de malas gentes que nos manipulan constantemente y así llevan toda la vida haciendo.

¿Cual es la otra opción o postura?: La comodidad, la complacencia, arrimarse al árbol que dé mas sombra, tratar de introducirse en ámbitos elitistas, a los que no todos pertenecemos, desde la inferioridad, para poder cazar un animal salvaje, casi siempre sin conseguirlo porque ya es de otro; tener la caza como distracción oportunista sin base, contenido o motivación concreta, por deporte dominguero, mientras dure; sacar la escopeta cuando podamos, sacar al perro donde nos dejen, cazar lo que nos digan, sacar papeles a todas horas, cumplir mil y una leyes, seguir siendo presuntos delincuentes sociales, a base de prohibiciones puntuales que acumulan un código o texto refundido sin refundir, ya, casi, imposible de cumplir e ir donde nuestro dinero nos permita, por lo tanto, cada vez a menos sitios, debido a la competencia entre nosotros y al negocio especulativo creciente. Dedicarnos a opinar amigablemente en un bar, frente a unas copas, con el rifle y la escopeta enfundados, llenándose de herrumbre, con la revista en la mano; en la soledad del monte, frente al fuego en la casilla apartada, en la oficina del Club, en la junta montera. Como si fuéramos células clandestinas que, poco a poco, se encierran en el poco sitio que les queda, esperando la hora de su detención. Dormidos o, mejor, hipnotizados, pero eficazmente acobardados por la presión que otros, dentro y fuera de la caza, ejercen sobre nuestras cabezas y que, solo nuestro bolsillo alivia, aunque cada vez menos porque cazar cuesta mas dinero cada día en una progresión brutal, insoportable para el cazador medio.

Desde aquí se puede hacer mucho, criticando, planteando quejas, fijando posturas firmes, aportando ideas constructivas. Si esto supone no dejar títere con cabeza, será que esto es un circo “mundial”, pletórico de numeritos y sobra donde cortar, pero lo malo es que, nosotros somos los payasos, con perdón para ellos. Es lo que hay. A nadie se le escapa que esta web es de esta guisa y, precisamente, porque, en ella, no solo se habla de armas, de perros u otros temas cinegéticos, digamos técnicos o domésticos, sino también de problemas que afectan al cazador, como fundamento , causa y motor de su existencia. En definitiva: “si es que no, hay que decir que NO”, sin mas complejos, para que nos oigan, o menor dicho, nos lean. Que los de arriba nos leen.

Con mi respeto y admiración a los despiertos, activos y valientes cazadores que se atreven a aportar cosas, aun a riesgo de que les machaquen los post-modernos; también a aquellos que con su sabiduría “real” nos hacen aprender cosas nuevas y sin atribuirse mérito alguno, por ello.
No se, si a pesar de todo, seguiré plasmando mis experiencias de cazador con boina, mis cortos conocimientos y lo que el corazón me dicte. Las pruebas de todo ello: en el campo y en directo, y, eso, de momento, la pena es que está fuera del ordenador. Así que, seguiré confiando en una credibilidad que, posiblemente, me otorgues, aunque sea por un deseable respeto a mi persona, que yo, también, te ofrezco a ti y a los demás. Es mejor, en mi opinión, contar, humildemente, un aparente "cuento” que no contar nada y, después, poner a parir al cuentista. Toda fábula, aun suponiendo que lo fuera, encierra una moraleja útil. La caza actual en España esta llena de fábulas, pero malintencionadas y con víctimas inocentes: nosotros los cazadores.
A pesar de todo ello, creo, definitivamente, que ya es hora de dejar paso y animar a otros cazadores, como tu, con inquietudes y decisión de defenderse ante todo esto. Permaneceré aquí apoyándote. Creo que he puesto mi pica y quiero que sepas que estoy contigo, cazador, para defendernos, porque es contra todo y contra todos los que causan nuestros males y son muchos, pero cobardes.
Mi gratitud por aguantarme esta carta, amigo, y perdona por haber intentado compartir contigo mi permanente insomnio de cazador y que esta carta, si has conseguido acabarla, te produzca idéntico efecto, el que pretendí al escribirla. Animo y adelante, cazador. Tenemos un futuro que pasa por lograr nuestras reivindicaciones y nuestros derechos, pero la clave es ser protagonistas de él, en primera persona, del singular y del plural. Asóciate, reúnete con otros, dialoga, debate, participa, aprende, lee, infórmate bien de las cosas; toma iniciativas, denuncia, lucha en definitiva por la caza, pero sobretodo por ti mismo, como cazador decente y digno. No te dejes manipular, evalúa comportamientos de los de arriba, haz balances en el tiempo, recuerda quién te llevó donde estas, pregunta, déjate ver y siente la caza hasta el extremo, no solo de cazar, sino de luchar por ti mismo y por ella. Pero sobretodo despierta de ese letargo y mira a tu alrededor, a tu entorno mas cercano, tu coto, tu sociedad, tu club. Si no te gusta lo que ves, lucha por cambiarlo, participando en algo con otros cazadores, para construir un futuro, no para seguir como estás, mientras otros te marcan la páuta, te señalan su camino, te dicen, hipócritamente, que es el mismo que el tuyo, deciden lo que les conviene a ellos y te ponen sus barreras para que no escapes del redil, porque así, con los que ahora nos mandan, no tenemos futuro alguno.
Feliz Navidad y que 2008 te procure caza de la buena, de la auténtica y respeto como cazador.15-12-07

1 comentario:

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