jueves, 8 de mayo de 2008

La calidad de la caza por papeles

Vuelven a sonar trompetas y fanfarrias triunfalistas, oportunamente aireadas, en torno al asunto de la certificación de calidad cinegética de los cotos de caza. Tema que empezó a pergeñarse hace ya unos pocos años, por unos cuantos espabilados, de los muchos que hay metidos en esto de la caza, coincidiendo con el "boom" de los certificados de calidad en las empresas, denominados ISO 9000, que, ahora siguen adelante con los mediambientales ISO 14000. Se les ocurrió la peregrina idea y llegaron a crear algunas empresas especializadas en hacer posible obtener el certificado para los cotos de caza, de las que nunca más se supo. Ahora, vuelven a la carga, han vuelto a renacer de sus cenizas, -o a salir de agujero-, esta vez escondidos tras el funcionario o político de turno de alguna de las consejerías de Medio(¿)ambiente autonómicas que ya se sabe que se apuntan a un bombardeo con tal de ser mas avanzadas y modernas que la de al lado.

Por lo visto hasta ahora, con poner cuatro comederos, bebederos, rozar mondas, asfaltar caminos, hacer como que se controla a los predadores, recoger los cartuchos, los botes de coca-cola de los clientes y dejar limpio el cortijo tras la “cacería” y comilona consiguiente; además de llevar ratios y conteos sobre lo que se hace en la finca, -los que se puedan contar y documentar, naturalmente- y todo ello, debidamente firmado por el correspondiente técnico competente y timbrado por el burócrata de turno, ya tenemos un coto de calidad cinegética susceptible de ser certificado como tal.

Todavía no sabemos si las administraciones autonómicas se van a embarcar en semejante asunto, es decir, en promoverlo y reconocer esos certificados, pero todo apunta a que si, por lo menos aquellas donde el negocio cinegético es mas puntero y bollante; pero tampoco sabemos ni el nombre del certificado: calidad, medioambiente, sostenibilidad, cinegético a secas, etc. En estas cosas la terminología es importante, porque es la que permite después manosear los papeles que tiene cada uno y airearlos como estrategia de marketing y venta de caza de "CALIDAD", pero, sobretodo, de imagen del coto o de la orgánica que comercializa la caza que halla en el mismo; todo ello sin rigor alguno, control serio, ni cortapisa que se precie o ponga por delante. Seguro que será un certificado de amplio espectro para facilitar las cosas y su obtención, que, con el paso del tiempo, lo tendrá hasta el coto intensivo del “pocero”, previo pago de su importe.

A mi me parece estupendo que en un coto de caza las cosas se hagan bien y técnicamente se haga lo que se tenga que hacer para promocionar la caza que halla en él, pero la buena, la verdadera y la auténtica. Hasta ahí: fenómeno; pero me planteo que clase de calidad cinegética es la que se va a airear publicitariamente, una vez que cada finca o coto obtenga el certificado: ¿calidad de las especies, de las piezas de caza? - entendiendo como tal poder demostrar en todo momento la mas absoluta garantía de salvajismo de las especies, probada genética y sanitariamente-; calidad de los procedimientos de gestión cinegética que se llevan a cabo en la finca?; ¿calidad del cazadero?, es decir de los terrenos que ocupa, libres de contaminación, usos agresivos, etc.; ¿calidad, pureza, ortodoxia de los métodos o modalidades de caza que se practiquen?; ¿calidad del cazador que allí acuda a cazar, medida por su competencia venatoria?, en resumen: ¿calidad de qué?. A ver si va a resultar que va a ser calidad de todo un poco, pero de nada en concreto. Porque yo lo que me pregunto, como mínimo, es: ¿Cómo se puede otorgar y, consecuentemente obtener un certificado de calidad, cuando lo mas importante de un coto, su razón de existir y de llamarse así “de caza”, que son las piezas de caza, estas sean híbridos granjeros repoblados o soltados periódicamente; animales ganaderos, cruzados de distintas subespecies, algunas foráneas? y ¿cómo se puede hablar de calidad cinegética cuando se certifiquen fincas cercadas con animales cuasidomésticos hacinados, como en corrales o cárceles de varios cientos de hectáreas……..o incluso menos?. Ambas situaciones, precisamente, las mayoritariamente existentes en nuestros terrenos cinegéticos a fecha de hoy, desgraciadamente.

Esto del certificado de calidad cinegética –o como se llame- va ser un auténtico instrumento comercial más para competir, en manos y al alcance de las empresas cinegéticas, es decir, para subir aun mas los precios aquellas que tengan y puedan exhibir el certificado. Pero, básicamente, a quien va a beneficiar es a los técnicos en gestión, que van a tener otra salida profesional mas, dentro del sector cinegético, a base de tener que aportar estudios y papeleos varios con tal de poder facilitar que los cotos obtengan el maravilloso papelito como sea, que nadie sabe, concretamente, lo que va a certificar, ni quien, ni con qué criterios, condiciones o exigencias lo va a conceder, pero queda muy aparente y da esplendor al negocio.

Tengo la sensación de que, cuando algo, de lo que se dice y se presume que es natural y auténtico, pero necesita un certificado, es que es mentira; en realidad, es totalmente artificial y falso, por eso urge el papel. Exactamente como la caza moderna, deportiva y mercantilizada, sin ir más lejos, a la que nos quieren dirigir con calzador, enseñándonos papeles. Un coto de caza auténtica, autóctona y salvaje no precisa de papeles, ni certificar su gestión, el aval esta en el campo. Al hilo de esta última reflexión se me ocurre que, en realidad, lo que pretenden los inventores del certificado y sus cómplices, los técnicos y las administraciones, es tapar las vergüenzas de la inmensa mayoría de los cotos comerciales de caza llenos de manipulaciones, como las antes descritas.....................va a ser eso.
Mas les valdría a las administraciones empezar la casa por los cimientos y no tapar la porquería bajo la alfombra, es decir, en vez de premiar lo falso con papelitos, haciendo borrón y cuenta nueva de todo, produciendo amnesia colectiva de lo que ha venido ocurriendo, alegremente y bajo cuerda, en los cotos durante las últimas décadas, totalmente nefasto para la caza. Lo suyo sería extender papelitos, pero sancionadores, a aquellos que realizan prácticas nocivas -todas las antes referidas- para las especies cinegéticas salvajes autóctonas, propias del negocio cinegético actual y, al mismo tiempo, premiar e incentivar, no con papeles ni certificados, sino con dinero a todos aquellos -pocos- propietarios individuales, pequeños clubs o peñas, cotos de algunos pueblos, que se esfuerzan en mantener lo verdadero y lo auténtico de la caza, sin granjas, ni cercones, ni mandangas de dinero fácil. Mas que nada porque esos pocos cotos no son, precisamente, los que estan en los circuitos de comercialización de caza en lata, ni producen enormes beneficios, mas bien pérdidas y gastos, originadas por la cantidad de esfuerzos a realizar para mantener esas especies autóctonas de caza salvaje y verdadera -no de cartón ni de bote, ni encerradas-. Cotos que lo que necesitan es ayuda en esa encomiable e ingrata, pero digna, labor callada, sin necesidad de premios, ni fanfarrias, ni certificados para probar lo que es auténtico y conservan intacto, como la madre naturaleza lo parió durante siglos.
Y, a todo esto, los Planes Técnicos de los cotos, en fotocopia y al cajón, hasta la siguiente fotocopia transcurridos cinco años. Venga papeles.......

Cordialmente,
6.6.07

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