lunes, 30 de marzo de 2009

LA LEY QUE LOS CAZADORES NECESITAMOS


En un Estado social, democrático y de derecho, es inaceptable que un colectivo tan numeroso como el de los cazadores siga sin poder defender y ser responsable del patrimonio que maneja, objeto principal de su actividad, por haber sido suplantado, sistemáticamente, por multitud de gentes que solo usan la caza en su beneficio personal o corporativo.

No puede ser, no tiene sentido, no es aceptable que los cazadores no dispongamos de un instrumento legal de defensa y representatividad de lo nuestro. No es de recibo que sigamos sin tener una regulación legal, única y eficaz, de nuestro derecho a cazar, de protección de la Caza, conjunta y básica para todos los cazadores españoles.

Especies cinegéticas, derechos democráticos y de representación de los cazadores e instituciones específicas de la caza, no pueden seguir sin tener estructura, organización y, con ello, "casa legislativa propia".Continuar sin disponer de un tratamiento y un cuerpo legal que reconozca nuestra utilidad -tanto de la caza como del cazador- y contemple la necesidad de ser protegidos y defendidos, supone seguir tolerando no ser protagonistas de nuestro futuro; es continuar siendo objeto de abuso y persecución injusta

Hay que cambiar este estado de cosas tan negativo para la caza y los cazadores. UNAC, con la presentación de su propuesta de Ley de Patrimonio Cinegético acaba de trazar el camino para llegar a ese ansiado destino y es irrenunciable recorrerlo.¿Quién mejor que los cazadores para regular y proteger el patrimonio cinegético español?.
La caza y los cazadores tenemos derecho a un futuro, lejos de la prohibición y el rechazo social a los que nos conduce la legislación de caza vigente. Necesitamos un espacio y un destino definitivo y digno en esta sociedad moderna, muy distinto de la actual situación de tutela, vigilancia, recelo y consecuente ausencia de derechos.

Porque, efectivamente, lo nuestro es un patrimonio que nos pertenece -que nadie lo dude-, por ser y tener la condición y el derecho a ser cazador. Derecho y premisa esta, hasta ahora, no reconocida legalmente y de una importancia vital para que alguien pueda defender la caza: nosotros, naturalmente. Cauce imprescindible -este que ahora se abre- e instrumento de protección legal de toda una actividad, la caza, empezando por los protagonistas: las especies cinegéticas y los cazadores. Justo lo que está sin desarrollar.
Baste recordar, por ejemplo, a la perdiz roja. Esa que vemos en muchos de los campos agrícolas peninsulares no es tal, es un híbrido; la salvaje, la brava, está en claro peligro de extinción, porque, salvo poblaciones de las montañas y espacios singularmente protegidos, en el resto de individuos que campean por ese agro, todo parecido con una perdiz roja salvaje es pura coincidencia, por mucho que se parezca a ella. La "nuestra" -la que es nuestro patrimonio, de todos los españoles- necesita protección; esta y otras especies cinegéticas.

Haciendo memoria, la realidad legislativa de la caza ha evolucionado, pero manteniendo siempre un enfoque de control frente y contra el cazador. Idea esta que, hace décadas, podía estar justificada cuando el cazador no era consciente de lo que significaba la conservación, ni participaba notoriamente de este beneficioso propósito social, ahora convertido en preocupación colectiva.

Ahora, cuando la realidad de los cazadores, individuos responsables de lo que hacen y agentes de conservación en plano de igualdad con otros colectivos, defendiendo la naturaleza, es patente y demostrable, ese enfoque legal de persecución ya no tiene ningún sentido.

¿Como es posible que se llame "Ley de Caza", a unas leyes que van, prioritaria, decidida y claramente contra los cazadores, en vez de regular su actividad en positivo y hacerles partícipes de lo que se pretende legislar?. Estas, las que tenemos, deberían llamarse, mas bien, "Leyes Anticaza de....."; denominación que se ajusta exactamente a lo que persiguen realmente en muchos de sus artículos. Un auténtico despropósito legal supone considerar, a priori, a los cazadores presuntos culpables de todos los males que afectan a las especies -además de no responder al espíritu constitucional- y legislar para reprimirnos como si de seres inmaduros e inadaptados se tratase. La causa de esta negativa situación legal, lesivamente enfocada, no ha sido otra que la secular intromisión de gentes, en la elaboración de estas leyes, que poco o nada saben de caza y poco o nada tienen que ver con la caza y mucho menos son cazadores; pero es que, cuando lo son, además, tienen que ver con la parte oscura del sector, es decir con un mercado cinegético sin reglas; legislando claramente a favor de estas actividades, mas económicas que dirigidas a favorecer una caza útil, digna y ética. Son funcionarios, técnicos, ecologistas o políticos, estos legisladores, con vínculos y dependencias de todo tipo, mas preocupados por su carrera técnica profesional y por mantener su sillón oficial, que por regular razonablemente una actividad o un colectivo para favorecerla, ajustarla a derecho y a una realidad social real, indiscutible y tradicional. ¿Como se puede legislar a espaldas y a expensas del ciudadano afectado, en nuestro caso, del cazador, señalándole como objeto de permanente sospecha, traducida en textos legales plagados de limitaciones y controles?.

Nunca ha habido en España una Ley nacida de la base social, hecha por los cazadores. Nunca ha habido una regulación de protección y defensa de la caza, de las especies cinegéticas y del sector, específica y nacida del colectivo; de los que practican y sienten la caza, no de los que viven de ella o tratan de mantenerla para sacar cuartos o, en otro caso, suprimirla porque la odian.

Es cierto y justo reconocer, no obstante, que ha habido conductas de cazadores que justificaban, hace décadas, atar en corto a algunos, mas carniceros o negociantes que otra cosa, furtivos profesionales o ignorantes, irresponsables, desinformados con un arma en las manos, pero, la verdad de la situación del colectivo de cazadores, hoy, mayoritariamente, no es esa. El cazador no debe confundirse con el furtivo ni con el negociante, al contrario quiere respetar y ser respetado, pero necesita un cauce para demostrarlo y proteger, hacer valer sus derechos y ser protagonista, parte activa de la organización cinegética de nuestro país.
La tan maltratada, pero utilizada -copiada sistemáticamente en las leyes de caza autonómicas- Ley de Caza del 70, de ámbito nacional, contenía aspectos brillantes, acertados y útiles para poner orden en la venatoria en nuestro país; tanto que sirvió de marco durante los años dorados de la caza "real" en España y todo ello es de un mérito innegable. Pero, francamente, carecía de instrumentos de promoción, de defensa del sector, del colectivo, pero, principalmente carecía o ignoraba la necesidad de tener derechos, instituciones y principios de protección de las especies y de la actividad cinegética en su conjunto, frente a las amenazas -que, en aquellos años no existían- pero que, hoy en día, acechan a la caza y a los cazadores en muchos frentes. Una ley, aquella, muy práctica pero sin instrumentos de defensa, necesarios en los tiempos actuales para sobrevivir a las tensiones sociales y al estado de opinión negativo contra el cazador, que manda sobre todo lo demás. Hoy esa ley no valdría, de hecho no vale, porque las autonómicas la han copiado con sus aciertos, pero también con sus carencias, tras haberla derogado en muchos casos produciendo indefensión y un vacío de participación claramente visible.

Los tiempos actuales exigen un reconocimiento y una protección de todo el ámbito y patrimonio cinegético, que engloba las especies objeto de caza y toda esa cultura venatoria, hasta la fecha sin tratar, sin proteger y sin defender, dejada de la mano de Dios, a criterio del funcionario de turno y a punto de extinguirse a base de ser limitada, denostada y olvidada.

Nosotros, los cazadores tenemos el deber moral de defender este patrimonio para que nuestros hijos puedan disfrutar de él. Pero, además, tenemos el derecho de mantener el honor y dignidad del cazador, a proclamar la verdad y utilidad de la caza para la conservación y a promover un modelo de caza sostenible, autentico, tradicional, cultural y valioso socialmente. Indudablemente este reconocimiento legal para la defensa del patrimonio cinegético -que es el motivo y motor fundamental de esta propuesta de Proyecto de Ley que hace UNAC- supone, además, la regulación con ese propósito de la condición, derechos y beneficios de las personas (los cazadores), las especies (cinegéticas), las entidades representativas (de la caza) y todo el valor cultural y antropológico que atesora ese patrimonio de nuestro país en un mismo instrumento. Cuerpo legal armonizador y básico para todo el Estado y todos los actores sujetos del derecho a cazar. Justo lo que necesitamos. Esta si es una prueba de querer buscar la unión del colectivo frente a la confusión conceptual provocada por tanta legislación dispersa.

Esas leyes de conservación autonómicas o europeas, plagadas hasta la saciedad, de constantes y consabidas intromisiones en la actividad cinegética, de regulaciones legales referidas a la protección de espacios y de especies, que, subsidiaria o tangencialmente, tocan los temas de la caza, practicamente siempre para fastidiarla, limitarla, prohibirla, entorpecerla y, a los cazadores también, no sirven para defender la caza, al contrario, han seguido un modelo de regulación represiva, sancionadora, prohibicionista y de persecución sistemática de los cazadores, tanto como las mal llamadas leyes de Caza (?), hechas para molestar y maniatar al cazador, principalmente, sin derecho alguno que ejercer, dependiendo siempre de la voluntad, muchas veces caprichosa o de conveniencia política coyuntural, de un tercero no cazador.

Normas, las actuales, que solo se ocupan de establecer lo que no hay que hacer, pero ninguna dice lo que hay que hacer para favorecer, promover o proteger la CAZA, especial y prioritariamente a las especies cinegéticas y todo lo que supone en una sociedad abierta como la nuestra.

Es verdad que, ocasionalmente, algunas leyes lo hacen tímidamente, en la letra, pero carecen después de aplicación práctica en los reglamentos y mucho menos de presupuestos de ejecución de propuestas de mejora o desarrollo de la caza, sencillamente porque el objeto de esas normas es defenderse "contra" la caza, controlarla de cerca, no actuar a su favor, precisamente; todo ello por falta de sensibilidad y voluntad positiva.

Toda la regulación de Leyes de Caza derivada de las Autonomías a las que, constitucionalmente, se les atribuye la capacidad legislativa en materia cinegética, carece de un instrumento de articulación, unificación de criterios y equilibrio en la actividad cinegética. En realidad es que todas esas leyes de Caza (?) no hacen mas que complicar tremendamente la actividad produciendo una auténtica torre de Babel en el colectivo cinegético, burocratizada, contradictoria e injustificada en la mayoría de los casos. Porque, seamos sinceros, para limitar, prohibir y fastidiar -suplantando el mas puro desconocimiento de una materia- la capacidad de inventiva humana es totalmente ilimitada, es gratuita y el resultado es un catálogo de copias malas y despropósitos, ajustados a cada situación regional y local, que no tiene ningún sentido, sin que halla, (como realmente no hay) un norte y una dirección común en positivo, constructiva, promotora, defensora y armonizadora de la actividad cinegética. Si la hubiera, nos daríamos cuenta de que tanto hecho diferencial, porque está dibujado en un mapa, en materia venatoria no es más que la excusa para rellenar textos legales y situaciones que solo existen en la mente e imaginación del funcionario redactor, que toca de oído, sin tener ni idea de lo que va este asunto de cazar. Leyes, muchas de ellas, creadas "ad hoc", de nuevo cuño, sin base histórica o tradicional, para diferenciarse del vecino de al lado, porque la caza y los cazadores -salvando modalidades concretas y costumbres específicas-, poco o nada se diferencian de un sitio a otro, referido a la defensa y promoción de las especies, los derechos y los protagonistas. Algo que parece que se le olvidó a todos los legisladores autonómicos.

Así que, si las Autonomías tienen que legislar sobre cómo, donde y cuando se caza, de acuerdo, pero seamos los cazadores, colectivamente, los que defendamos la Caza, las especies cinegéticas y a nosotros mismos con un instrumento legal, como el ahora propuesto, que es mucho mas importante que lo anterior, porque crea una base sólida en la que apoyarse y nos protege de las arenas movedizas que, constantemente, hacen caer, abandonar o sucumbir al cazador mas vocacional y extingue, pone en peligro, a la especie cinegética mas singular y menos rentable. Debemos romper esa inercia legislativa geográfica, tan simple como negativa, del “divide y vencerás” entre cazadores pertenecientes a distintas comunidades, porque se nos han metido con calzador leyes distintas, que a todos, conjuntamente, nos perjudican, al descomponer nuestra casa, llena de habitaciones, pero sin puertas y sin techo.

Falta, mucha falta, hace tener una norma como esta presentada por la UNAC y vamos a ver si somos capaces de que prospere y algún día vea la luz en el BOE.

Esperemos que, entre reinos de taifas, poltronas, miopías varias, protagonismos encubiertos, intereses económicos y divisiones sin sentido para mantener los chiringuitos abiertos -que son muchos en el sector cinegético ocupando el vacío existente, (precisamente por no tener una Ley con objetivos claros)- no perdamos el último tren y el legislador se olvide definitivamente y para siempre de este patrimonio irrenunciable, el cinegético, de alto valor humano y social; diluido y para dejarlo en manos de mercaderes y de la conveniencia individual de unos cuantos, como está hasta ahora. Cualquier crítica, desprecio, atribución de paternidad previa para apuntarse el tanto o colocación de chinas en el camino de esta propuesta legislativa debemos interpretarla no como el clásico afán de protagonismo de los de siempre -del que, los cazadores, estamos mas que hartos- sino como el también clásico, habitual y despreciable intento de mantener todo como está, montar el lío buscando el "a río revuelto, ganancia de pescadores y a seguir chupando de la teta de la caza, mientras dure", que muchos llevan años practicando dentro del mundo cinegético español.

Si esta propuesta de ley tiene un valor fundamental es que es nuestra, "una Ley de los Cazadores", no es de técnicos, ni de científicos, ni de políticos, ni de funcionarios, ni, por supuesto de federativos y gentes arrimadas al poder o al dinero de la caza; todos y cada uno con su interés particular o profesional. Es, sencillamente, de cazadores de base que llevan la caza muy dentro, con muchos años de lucha "real" a sus espaldas por sus derechos como cazadores.

Una propuesta de Ley del Patrimonio Cinegético, contemporánea con la de Patrimonio Natural y Biodiversidad, recientemente aprobada y vigente, con la que comparte la filosofía de la conservación, aplicada en este caso a las especies cinegéticas y que dignificará a los protagonistas de su gestión, manejo y aprovechamiento racional: los cazadores. Ese es nuestro camino.

Una ley que defenderá, de verdad, la práctica cinegética. Esta si que, por fin, puede llegar a ser y llamarse una ley de CAZA, porque la protege, no la corroe ni la ataca y mucho menos a sus responsables cazadores. Veremos si esta sociedad y estos políticos tienen la consideración y sensibilidad precisa con el colectivo -que dicen tener siempre antes de las elecciones- y este proyecto se recibe y se trata con una mente positiva, receptiva y contando con quienes, de verdad, cazan, aman la caza, son cazadores. De entrada se debe reconocer el valor, la iniciativa, el conocimiento y el acierto de presentarla.
Gracias a UNAC, vaya para todos ellos mi conformidad, solidaridad y apoyo como cazador.

Cordialmente,
LEER TEXTO INTEGRO "PINCHA AQUI":PROPUESTA DE ANTEPROYECTO DE LEY DE PATRIMONIO CINEGETICO

2 comentarios:

  1. José Antonio Martínez del Hierro te doy la enhorabuena por el artículo, y te aliento y pido que sigas en esa línea. Haces falta y la Caza te necesita, aunque creas en alguna ocasión que no.

    Verdades como puños, frases magistrales, y fundamentos reales son los que escribes en tú artículo.

    Yo también he leído la Ley del Patrimonio Cinegético que ha impulsado la UNAC con interés, y he dedicado horas en adentrarme en ese mundo que crea para el Patrimonio Cinegético, y que tú has sabido reflejar muy bien en tu artículo.

    Esperemos que el mundo de la Caza, todos: grandes y pequeños, altos y bajos, y gordos y delgados se den cuenta que ese es el camino y la herramienta, si queremos conservar nuestro Patrimonio Natural Cinegético.

    Mi enhorabuena a UNAC (a todos los que la han hecho posible), y a ti por reflejar con esa sinceridad y profundidad la realidad.

    Quijote-Caza

    ResponderEliminar
  2. Amigo Barbas

    Que puedo decir de tu artículo, cuando los dos hemos compartido buenos momentos dentro del patrimonio cinegético.

    Que puedo decir de una norma que los cazadores y el mundo de la Caza necesita.

    Que puedo decir de tu defensa en favor de nuestras especies silvestres cinegéticas.

    Que puedo decir de tu constancia en buscar el bien para la Caza.

    Que puedo decir de personas como tú, que sin pedir nada a cambio, han enseñado a los demás y luchado por defender aquello en lo que han creído.

    Que puedo decir de luchadores incansables como tú, que luchan por aquello que les apasiona, la Caza.

    Que puedo decir, pues sencillamente darte la enhorabuena por el artículo y pedirte que sigas en esa línea sin renunciar a lo que siempre has sido y eres, un luchador, un comunicador, y un cazador que siempre ha buscado el bien de la Caza y los cazadores.

    Un abrazo amigo Antonio.

    ResponderEliminar

Gracias por insertar tus comentarios en el blog.
Te ruego uses en ellos tu mejor criterio y buen sentido así como el mayor respeto, sinceridad y juego límpio tanto para el autor del blog como para los demás cazadores internautas que hagan sus comentarios. Muéstra tus opiniones, ideas y experiencias, siempre, con ánimo constructivo y positivo, en beneficio de la caza y de los cazadores. De nuevo, bienvenido y muchas gracias por tu participación.