miércoles, 2 de diciembre de 2009

Buenas prácticas en la caza del reclamo de perdiz

Hace ya algún tiempo que escuché a un buen amigo -ilustre cuquillero y mejor persona- referirse a los aficionados al reclamo con una expresión ya muy antigua: "cazador de capa luenga y andar quedo". La frase encierra toda una filosofía de la forma de entender la caza del reclamo de perdiz, arraigada en la noche de los tiempos, por parte de los aficionados.

Conforman, estos términos que entrecomillo, la imagen épica, bucólica y hasta fantasmagórica de un individuo de carácter solitario, yo diría, intimista en su proceder, que se desliza y aleja sigilosamente por una vereda, con su jaula a la espalda, oculta bajo la larga y oscura capa. Camina sin delatar portar arma alguna, entre las jaras, paso a paso y en silencio. Se pierde entre la bruma de una fría amanecida del mes de Febrero, en busca de la querencia de la patirroja, que proclama mas allá su propiedad serrana. El tiempo no existe en esta escena. Es la caza del reclamo de perdiz: una tradición milenaria individual, para uno mismo y con uno mismo; mas que pasión, devoción, de aquellos que estamos en ella. Sin testigos ni notarios, salvo la perdiz roja española.

Viene al hilo de esta imagen una reflexión mía sobre la consistencia y solidez del conocimiento cuquillero, que tenemos, los actuales practicantes de esta caza, -unos mas y mejor que otros- y que, a mi entender, no esta en absoluto garantizado que permanezca y se transmita en el futuro, con un mínimo de orden, esquema y rigor. La razón debemos buscarla en varios factores, pero uno de ellos importante es ese carácter particular y reservado del aficionado al reclamo, que guarda para si el tesoro de su saber cuquillero, sin recapacitar sobre su deber y papel personal en transmitir ese legado, completo y correcto, a las generaciones venideras.
No entro ahora en si, en ese futuro, van a existir perdices; ni siquiera terrenos donde cazarlas, ni si serán o no tales gallináceas o sus sobrinas del laboratorio genético de la acera de enfrente, -que esas cosas pertenecen a otro análisis, aunque también influyen, y mucho, en la forma moderna de practicar el reclamo-. Voy al tema de que lo que practicamos, los aficionados al cuco, de una forma concreta, vaya a ser transmitido como se debe y, al menos, como lo lleva a cabo la inmensa mayoría de aficionados. Cuestión esta, la de la mayoría, nada irrelevante porque es la que marca lo que es mas recomendable y, por ello, transmisible como saber ortodoxo de este arte.

Porque ¿como se sabe si un proceder concreto, en esta modalidad venatoria, es mayoritario, o no, si permanentemente evitamos la comunicación entre nosotros, como no sea en las tertulias de la cuadrilla, en la lumbre del cortijo o cerca de la barra del bar, que además es un círculo cerrado, de los mismos individuos, cada uno sabedor del pie que cojean los otros?. Entre que unos se guardan lo que saben, en un intento de atraerse el respeto de los demás y ganar en liderazgo y adhesiones personales; entre que otros se creen en posesión de la esencia del reclamo, expresando su práctica mas acertada y exquisita, pero no debaten su proceder ni sus motivos; entre que no existen instituciones asociativas dinámicas y florecientes, con fuerza colectiva, donde se traten con seriedad los procedimientos cuquilleros y se acoten, con un afán divulgativo; entre que........y, a todo esto, la casa sin barrer. Nos vamos haciendo viejos, apenas hay juventud que nos suceda y, en los antiguos libros, permanecen las mismas visiones, discrepancias y divergencias de siempre, conocidas y acotadas en mil y un tratados y lecturas, sobre el reclamo de perdiz, que vienen a contradecirse entre ellas, según sea su autor y época, en multitud de apartados y versiones de esta práctica.

Hay que hacer un trabajo de compilación y buenas prácticas cuquilleras para, pasado tamices de objetividad y ciencia, actuales, someterlo a consenso y mayoría.


Cada aficionado hace las cosas de una manera. Esto es tan verdadero como respetable, pero no ayuda. Bien es cierto que muchos aprendemos de otros -los mas cercanos- y mantenemos esas formas de una zona o de una comunidad, región o comarca, pero hay tal diversidad de comportamientos diferentes, según sea la localización geográfica, que hasta me atrevería a decir que, un mismo proceder, además de llamarse de distintas formas, sea en Andalucía, Castilla o Levante, también se practica y se ejecuta de forma diferente, sin que exista una razón que lo sustente, como no sea "porque así me lo enseñaron". Una cosa es que lo mismo se llame de distinta forma, lo cual es positivo y enriquecedor del lenguaje cuquillero y otra es que lo mismo se ejecute diferente y se obtengan distintos resultados.

En pleno siglo XXI, con medios científicos a nuestro alcance, mantener una práctica como esta requiere objetividad, seriedad y respeto al dictamen general, porque, en algún momento, nos podemos encontrar con que alguien nos pida cuentas críticas de porqué esto se hace de "aquella manera" y debemos tener el catálogo de esta práctica del reclamo de perdiz, al día, repleto de rigor, no solo científico, sino también respetando lo tradicional de esta práctica, que es mucho. También es una forma más de ser fuertes.

Un ejemplo: No se trata de decidir si se llama tanto, tangañillo, pulpitillo, repostero, etc... eso da igual y todo es válido; se trata de dictaminar en general, con una base cierta, es decir científica, cuando, cómo, donde y de qué manera colgamos a nuestro pájaro de forma mas eficaz, segura y satisfactoria para el lance del reclamo. Cuestión esta bastante compleja, porque el reclamo lo es, por si mismo, pero donde hay citas y prácticas diferentes, casi tantas como cuquilleros.
Otro mas: Cómo saber detectar e identificar los síntomas de las enfermedades mas frecuentes de la perdiz en cautividad para, a cada caso, aplicarle una solución correcta, común, general y uniforme, sin dar palos de ciego y confiar en el "me han dicho, he oído que cuando se le pone blanco el culo hay que darle vino de Rioja, etc..." (Es un decir), llenando a nuestro pájaro de potingues y acertando por casualidad o cargándonos al pájaro.
Y otro mas: Formas y maneras de saber, con aproximación cuasi absoluta, el estado de celo de nuestros pájaros.
Y así un sin fin de cuestiones variopintas y diversas, donde "cada maestrillo tiene su librillo" y juntos todos, añado yo, formamos varias enciclopedias.

Ligando ambas situaciones, es decir, el individualismo propio del cuquillero -natural y sustancial de nuestra afición-, que posee un conocimiento que se guarda porque es suyo, de sus ancestros, frente a la necesidad de que exista ese bagaje acotado, dictaminado y concreto, uniforme entre todos los aficionados; desmenuzado, consensuado, concreto, facilmente accesible y hasta escrito para poder practicar el cuco con un mínimo de eficacia y ortodoxia, pudiendo así traspasarlo fácilmente a los que vienen detrás, me encuentro en que no casan bien ambas cosas. No hay manera.

El individualismo en esta caza, tan necesario y tan apreciado porque proporciona una intimidad placentera al cuquillero o reclamista, no sirve para conservar lo propio de esta práctica tan compleja, mas bien actúa contra su supervivencia y continuidad en el tiempo. ¿Quien dictaminará y orientará al profano interesado, o incipiente jaulero, cuando la generación actual, ya entrada en años, mejor dicho plena de jubilados, ya no esté disponible para la consulta?

Siendo esto así, hay que acotar un proceder común, un catálogo de tareas correctas, un procedimiento "ideal" o aconsejable, justificado objetivamente, de forma que aquellos que vengan detrás se enteren de qué es lo mas apropiado en tal o cual situación y cómo hay que hacer las cosas ,en esto del reclamo, pero para hacerlas bien.

Hace falta aclarar, definir y discernir, entre todo este gran mundo del reclamo de perdiz, porque hoy tenemos la información, la ciencia y los medios como para poder realizarlo y correctamente.


Hace falta mas colectivización, asociación y análisis de nuestra afición y de su práctica, de forma que, lo personal se promueva y se proteja localmente, desde luego que si, pero solo para disfrutar de esta caza, porque "lo propio" es factor relevante y esencial. Una vez terminado el puesto y abandonada la plaza, todo lo demás debe ser compartido, acordado y divulgado sin reparo, localismo ni "oráculo de los dioses" que valgan.Los "gurús" de cada tribu deben pasarse los apuntes de la libreta enmohecida por mil puestos y acudir al Gran Consejo de Sabios, -no es ironía- antes de padecer gota o reúma, que les impida encontrarse en él. Los demás aficionados estaríamos felices de ver esa comunión constructiva, confiando, como lo hacemos, en ellos y respetando sus autoridad. Una autoridad ganada, pero aun no bien reconocida. Déjense de publicar libros de reclamo -ya hay bastantes; tantos que poco aportan de nuevo- y hagan el gran libro cuquillero, para uso general, solidez de nuestra afición y prestigio de sus autores. Háganlo.

No tengo ningún reparo en aplicar la tolerancia hacia el compañero diferente, ni objeción alguna a que cada uno haga las cosas a su manera. Todos somos libres de cometer errores a plena satisfacción, faltaría mas, y, como se suele decir: "Déjame a mi que me equivoque" pero, cuando se trate de exponer, mantener, divulgar, exponer y defender esta tradicional forma de caza, debemos mostrar una sola forma de comportamiento generalizada, compartida y ortodoxa a la hora de su práctica.

Hace unos días participé en un debate sobre la forma de recortar los pájaros, acción previa al enjaule. Terminó sin profundizar porque cada cual se aferra a lo que es su costumbre y le enseñaron. El problema es que las cosas no se analizan con rigor en función de criterios como la eficacia en el cuidado de los pájaros y de su salud o bienestar, que, en este caso concreto, son los conceptos que deben primar y así debe de mostrarse esa jerarquía de valores e importancia a la hora de ejecutar esta conveniente operación del recorte, por encima de otras consideraciones. Primero esta la salud del pájaro y después aquello de que: "en mi pueblo todos lo hacen así", aunque, una vez asegurado el correcto proceder y reconocido como tal, luego lo de cada uno se imponga y la libertad personal, también, siguiendo los dictados del lugar o del "abuelo", pero la diversidad no debe oponerse a la utilidad y a la corrección, ni viceversa. Ambas deben aceptarse.

Sería ideal, concluyo, que se hiciera un trabajo compilatorio de Buenas prácticas de Reclamo. Si alguna de las asociaciones de aficionados, que ya existen, -que, dicho sea de paso, yo no se a lo que dedican sus recursos y sus esfuerzos- se anima a dar este paso para catalogar, acordar y registrar un correcto proceder de la práctica del reclamo de perdiz, sustentada en razones objetivas y científicas, promoviendo estas conclusiones entre el común de los cuquilleros, tendrán mi voto a favor y mi apoyo incondicional para ese pionero y maravilloso trabajo, que persigue, en especial la conservación, en este caso no de una especie o pieza de caza, sino de un proceder venatorio ancestral. El que mas nos gusta.

Mientras tanto esto no se haga, seguimos perdiendo bagaje y experiencia en esta eterna divergencia, confusa, opuesta y local, a medida de que los mas viejos van marchándose, mirándonos el ombligo y recogiendo un testigo a medias. A ver si para explicar, con rigor, a los futuros jauleros, como se hacen las cosas, además de nuestra charla, van a tener que leerse los ventitantos libros de reclamo del siglo pasado, fundamentales, y, al final, sorprendentemente, que lleguen a la conclusión de que hay mil formas diferentes de practicarlo y seguir sin aclararse en qué es lo mejor o mas apropiado al caso.

De lo que tendríamos que huir ya, de una vez, es de ese sentido de la propiedad en el conocimiento del reclamo y decidirnos a actuar con la generosidad que se exige a quienes atesoran el saber de cuco heredado. Si seguimos caminando, sierra adentro, entre la bruma de la mañana de Febrero, en busca de la querencia, para encerrarnos en el puesto a disfrutar de nuestro pájaro, ....mientras dure, sin mayor preocupación, vamos a terminar siendo los cuquilleros mas listos........del cementerio del pueblo de cada uno. Hasta que un buen día alguien preguntará: "¿Y que fue de aquello de cazar la perdiz con una jaula?" y otro responderá: pues no lo se, pero creo que hay libros viejos, por ahí, donde cada tío cuenta algo de eso, pero no hay quién se aclare. Es un lío. Cada uno decía una cosa diferente".

Alguien podrá decir que, esto que veo necesario, nunca se ha hecho y se sigue practicando el reclamo sin problemas, pero......
¿cuanto saber se ha perdido, sin visos de recuperar, por no registrar su existencia, constatando y reconociendo su utilidad en un solo tratado, aceptado comúnmente?: Infinito.
¿En realidad estamos haciendo las cosas tan bien como para permitirnos disfrutar de esto plenamente, sin posibilidad de mejora, al ampliar nuestros conocimientos con las mejores recetas de otros?: Seguro que no.

Evidentemente ese trabajo de creación del texto de las Buenas prácticas del Reclamo de Perdiz es difícil, es duro, largo y sobretodo es comprometido, porque siempre habrá quien enfile los puntos a todo y la negatividad, acompañada de la falsa erudición, desde altares de cristal, brotarán por las esquinas, pero que nadie dude que hace falta y que tendríamos un sólido basamento donde apoyar nuestra afición en el futuro, con visos de rigor y reconocimiento a un trabajo bien hecho, cuando se pruebe, con ello, que hay ganas de compilar, consensuar, concretar y poner luz, donde solo hay divergencias permanentes sin sentido. Pero, además, hay que hacerlo con seriedad, organizacióm y empaque, dándo una imagen de propósito irrenunciable y de disposición a lograrlo, porque lo que si es, es bueno.

Nada me gustaría mas que ver, algún día, este trabajo hecho -firmado por grandes cuquilleros por todos reconocidos, que hoy permanecen en nuestra compañía- así como su objetivo cumplido, pasándo a otorgar, de inmediato, el mayor reconocimiento posible a sus autores, como padres de esta "Bíblia cuquillera", nunca antes proclamada. Sin embargo, no afirmo este deseo porque a título personal pueda aportar a ello mucho mas que mi preocupación e ilusión por consolidar esta práctica, en nuestra sociedad moderna, sino porque, en caso de no llegar a ver la luz nunca, ese tratado, al menos que quede constancia de que alguien, humildemente, desde su reflexión particular, dentro del puesto, se dió cuenta de que el final del camino podía estar mucho mas lejos de lo que aparentaba, siendo felizmente un camino mas triunfal de lo imaginable. Solo había que ponerse a caminar hacia su reconocimiento. La práctica y la afición a la caza del reclamo de perdiz lo merece.

Cordialmente



1 comentario:

  1. Valla pedazo de articulo D.José Antonio..!! una maravilla. Como ante ústed voy por atras 300 vueltas en el tema de la caza, y seguro que en muchas mas,solo me cabe decir una vez más, ehorabuena y siga ústed escribiendo y deleitandonos con sus articulos. Seguiré sin duda aprendiendo cada vez que entro a este blog. Saludos cordiales.

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