viernes, 12 de marzo de 2010

Un cazador que escribe


Ha muerto Miguel Delibes.

Tengo la sensación de que con la muerte de Delibes, se nos va uno de los últimos cazadores libres, porque libremente cazó. Así, de esta forma tal elemental, pero tan ligada al carácter predador del hombre, entendió y nos trasmitió la caza, en sus libros, como tal ejercicio de libertad, con piezas libres, terrenos libres y cazadores, en definitiva, libres.

Merecedor, -en su calidad de cazador divulgador de principios venatorios de respeto y dignidad- de galardones, menciones y reconocimientos por parte del mundo -que no sector- cinegético, sin embargo creo que nunca se le ha llegado a valorar y reconocer lo mucho que aportó al saber cazar para todos nosotros, los cazadores de a pie. Carencia, olvido y vergonzosa injusticia que sencillamente ha venido dada porque no fue protagonista, ni eslabón ni correa de transmisión de los intereses materiales de la caza, en ningún sentido. Condición, esta última, imprescindible en la caza moderna para contar con el favor de los que mandan las medallas, que distan mucho de ser sencillos y, al mismmo tiempo nobles, como Delibes. Pues bien, he aquí un cazador que se lo reconoce y le da, desde aquí, un postumo abrazo y las mas efusivas gracias por todo lo que, de él, he aprendido a cazar dignamente.

Curiosa y penosamente ahora son, en plena democracia, justo cuando desde hace años ya no cazaba Delibes, precisamente, los tiempos en que menos libres somos los cazadores y cuando la caza, en si misma, esta llena de mordazas, ataduras y coacciones, empezando por la mayor de todas, su conversión al servilismo mercantil, que la ha llevado a ser, unica y vergonzosamente, un mero tráfico de mercaderes sometida a influencias y a la oferta y la demanda para mantenerse. Por cierto, justificación económica de la caza, que nunca lo fue para Delibes y en la que no creía.

Algunos cazadores, antaño libres, hoy, definitivamente, con la marcha de este cazador que escribía, -como a él le gustaba denominarse- le reconoceremos siempre como el máximo referente para muchos de nosotros de un tipo de cazador leal consigo mismo y completamente respetuoso con las piezas de caza y la naturaleza, con cuya desaparición, desgraciadamente, queda certificado el final de los tiempos de la caza en libertad, de la que ya solo quedan sus libros.
Por mi parte los mantendré activos en mi biblioteca y vigentes sus valores venatorios en mi comportamiento, mientras me quede afición. Desde esta humilde querencia este Solitario le desea que siga cazando en los páramos del Cielo, tras las rojas, por fin, de nuevo y para siempre, libremente.

Descanse en paz el Gran Maestro D. Miguel Delibes.

12 de Marzo de 2010

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