jueves, 8 de mayo de 2008

Caza y Agricultura: ¡Pues depende...!

Un año más, ante el inicio de la temporada cinegética, negros nubarrones se cierren sobre nuestras cabezas. Parece que hay quien se empeña en fastidiar a los cazadores, como sea, antes de sacar la escopeta al campo. Los mismos problemas, las mismas causas y los mismos actores nos llevan a la depresión cíclica, al sentirnos cazadores, por razones muchas veces ajenas a la caza. Este año no iba a ser la excepción: ayer la sequía, anteayer la gripe aviar y hoy, los topillos. Todo sigue igual, para nosotros, los cazadores. Palos, incomprensión y, ahora toca menosprecio.
Nos quejamos de todo lo que nos pasa, cierto, pero ¿tenemos motivos para hacerlo?: A puñaos. Viene esto al pelo porque una vez más estamos en la picota, a propósito del tema de actualidad de la plaga de topillos. Un federativo de Castilla-León se ha puesto la gorra conservacionista –que, dicho sea de paso, le cae fatal, por falta de costumbre- y le ha caído una “gorda” desde los agricultores, que acaban de acusarnos, a los cazadores, de “domingueros”, contestándole a su arenga proteccionista antiveneno. Pero lo que es mucho peor, estos de ASAJA, le atacan, intentando ningunearnos, como siempre, apartándonos del centro de decisión de los problemas, -este, en concreto, de los topillos-, donde el cazador también tiene derecho a participar y a expresarse. Si es que este federativo debería darse cuenta de que no se puede comer en todos los banquetes, bodas, bautizos y entierros.
Esa intentona de suplantación y apartamiento, por parte de ASAJA, contra nosotros, los cazadores, traducida al castellano va dirigida contra la federación y contra este federativo, en concreto, pero esto no tendría importancia para nosotros, los de abajo, lo malo es que supone apuntalar, consolidar y mantener, una vez más, la idea de que los cazadores no tenemos derechos y no debemos tener presencia ante los problemas; básicamente que no somos nadie para opinar y defender nuestras posturas; somos como el niño tonto de la clase. No gozamos del respeto social –esto es un hecho- y a eso también se apunta ASAJA. Pues no, señores agricultores: todo mi respeto a su actividad; todo mi reconocimiento a la necesidad de la agricultura compatible con el medio natural y, por parte de los cazadores, mi convencimiento de estar condenados a apoyarla y a entendernos, pero UN RESPETO, por favor; de domingueros: nada. Los cazadores tenemos derechos, como colectivo, constitucionales y a que nos respete la sociedad, nos deje cazar y nos considere personas dignas mayores y maduras, por lo que hacemos, además de otras muchas cosas más, pero, fundamentalmente, tenemos derecho a existir, a opinar y a estar presentes en lo que nos afecta: el veneno, las quemas de rastrojos, la turalemia, la mierda en el campo y las plagas nos afectan, y mucho; no solo a nuestro bolsillo, sino también al futuro de la caza, que es mucho mas importante. Así que un cero para ASAJA, pero otro para este federativo. Me explico:
¿Cómo es posible que nos pasen estas cosas, nos inunde un kaos informativo, la desorientación mas absoluta, nuestra representación “presunta” solo sea el animador de follones y nosotros sin saber a qué palo quedarnos, que, será, como siempre: ¡Allá tu con tus denuncias! ¡allá tu si te comes tus perdices con buche azul, tus turalemias!; tus guantes de latex; tus chalecos fosforitos, ¡a callar y a estarse en casita!; ¡pleitos tengas y los ganes!, etc. etc.

Hasta estos de FACUA, Consumidores, “también” en Acción, piden se prohíba cazar, en un intento añadido de sumarse a la moda anticaza. Por cierto, esta colectilla de “en Acción”, ya da hasta terror; parece una premonición de no servir para resolver nada y, fastidiando al del al lado, ganar en notoriedad pública, que es para lo que están “en acción”, enfermiza, todas estas organizaciones de alcachofa y subvención. ¡Cuánto advenedizo metiéndose en casa ajena!. Que lo cambien por: “en Sillón”.

El permanente acoso al cazador es un auténtico escándalo, perjudicándonos hasta de lo que no somos culpables, -como lo de los topillos- mediante prohibiciones. Es una táctica de paternidad ecolojeta, de derribo paulatino. Ellos están reconocidos socialmente y apoyados por los políticos, pero, además, están bien organizados. Tienen todo el tiempo del mundo, dinero público, poltronas y su estrategia anticaza de turno que consiste, como todos sabemos, en ir poco a poco derrumbando todo lo que huela, por aproximación siquiera, a cazador, para, disminuyendo nuestro número, algún día acabar con la caza, por falta paulatina de cazadores, suprimiendo modalidades de caza, ampliando vedas, reduciendo días y poniendo piedras por el camino al cazador, dificultando el acceso a la caza a los nuevos y aburriendo a los veteranos. Esta estrategia no contempla reconocer la caza ni al cazador, en ningún momento, ni en ningún caso, ni aunque hagamos el pino con las orejas, ni nos vistamos de santo o de monja, mucho menos cuando alguien de nuestro gremio se pone la gorra proteccionista, gratis, posicionándose contra el veneno. Y si no es así que me cuenten qué reconocimiento o respeto hemos recibido después de tantas prohibiciones y limitaciones, hasta ahora, gracias a estos muchachotes de verde, coleta y bocatajamón, después de habernos sacrificado en multitud de ocasiones a dejar de cazar a cambio de nada. Ni siquiera de respeto a nuestros derechos democráticos como colectivo social y a los múltiples ejercicios de responsabilidad que hemos hecho. La salida de tono del federativo de turno, tratando de desmarcarse del talión de los Asajas, manifestando su oposición al veneno antitopillo ha bastado para condenarnos a todos los cazadores, con el apelativo de menosprecio al uso, pero eso no nos vale con los de la coleta y de verde.

Solo faltaba ahora que, a estos ecolojetas y consumidores varios, se les sumen los agricultores en la táctica de ninguneo anticazador, dejarnos sin caza y, encima, no poder, siquiera, dar nuestra respuesta, alternativas a los problemas, opinión y defendernos. Seguimos siendo convidados de piedra, pero, si fuera por estos agricultores, además, sin silla, por lo visto. Todos contra el cazador, es la moda.

Por lo tanto, contra esta estrategia paulatina, lenta y sibilina, teniendo claro todo esto, nuestra iniciativa es no ceder ni un paso más, ni una limitación más, ni una prohibición más, ni un ninguneo mas. Nos jugamos el respeto y, sobretodo, EL RECONOCIMIENTO DEL CAZADOR, como actor en estas películas. Solo el autocontrol de cazar, cuando toque –como ahora, con la plaga de topillos- es válido como posición de nuestro colectivo, pero como una decisión, insisto, propia y desde luego sin hacer concesión alguna a ningún proteccionista de pro. Con la táctica de gestos, de imagen o de lavado de cara, -como la del federativo de marras-, esta vez ante los ecolojetas, sin posibilidad de obtener a cambio nuestro objetivo de que pintemos algo en algún sitio y que es totalmente contraproducente, por inservible para obtenerlo; no vamos a ninguna parte. A los hechos me remito. ASAJA lo acaba de demostrar con su desprecio a los cazadores y su persecución del federativo con gorra multicolor, en cuanto hay alguien que les contradice, cuando ya aburren por palpables y notorios hasta la saciedad los flirteos federativos con las asajas, aprocas y todos los demás del entramado comercial de la caza. Este hombre, el federativo, debería haber sino menos inoportuno, mas prudente y si quiere sacar la bandera del proteccionismo tiene corte donde hacerlo, ahí mismo, precisamente y en los temas cinegéticos, casualmente: granjas, cotos intensivos en progresión geométrica, cotos-corral, sueltas varias a porrillo y caza falsa, a manta, en su territorio de influencia; temas para lucirse. Mal favor nos ha hecho en este viaje, enfrentándose con los agricultores, cuando las cosas, para ellos – y, en consecuencia, para nosotros-, pintan bastos. No es que no tenga razón, que la tiene: “veneno nunca, para nada y para nadie”, eso lo tenemos todos, o la inmensa mayoría de los cazadores, claro; es que no era la novia en esta boda y ha dado pie a acrecentar la falta de respeto que sufrimos desde los cuatro costados, poniéndola en evidencia. Con amigos así, como cazador, no necesito enemigos, ya me los proporciona el solito.

La cosa debería ir por otros derroteros, si es que la Federación quiere que nos respeten, dejándose de brindis al sol y guiños a los que nos machacan. No necesitamos padrino, ni ecologista, ni agricultor ni político ni nadie: Somos mayorcitos.
Cuando se nos oigan nuestras quejas y protestas, y esto obligue a los poderes públicos a sentarse con nosotros a negociar con respeto y reconocimiento hacia los cazadores, -no cuando aparezca un federativo en una revista o en un periódico local, cada vez con una gorra de diferente color-, será cuando tengamos presencia “real” como colectivo. Esa que, ahora y desde hace mucho tiempo, se nos pretende negar y se consigue, pero, además, se consiente el ninguneo por falta de seriedad, solidez y contundencia de esa federación laxa, complaciente y seguidista. Para esto no sirve la alcachofa, ni el cargo federativo, totalmente desacreditado entre los cazadores de verdad, aunque callamos porque no tenemos otra. Tiene que haber, y los hay, otros caminos distintos al del follón por el follón, el discurso con aplausos y además inoportuno. Naturalmente que estamos contra el veneno, pero no contra el agricultor. Este señor, con su postura repentina e inoportuna, ha conseguido crearnos un nuevo adversario.

Como no me gusta tirar la piedra y esconder la mano voy a proponer ideas. La clave, una vez más, parte de nuestra propia organización y la causa de todo este lío comienza, por lo tanto, como todas las demás penurias que padecemos, en nuestra secular desorganización oficialista.
El camino no es tener una caja de gorras disponibles para hacerse la foto, según el problema que se plantea y el interlocutor que se tiene enfrente. De ahí solo sacamos palos en la cresta, como es el caso. y desde luego, respeto, ninguno.
Lo que tenemos que tener es derechos, por ejemplo: Un ideal Estatuto del Cazador que, de una vez, reconociera al colectivo cinegético; contuviera obligaciones, pero también derechos y, desde luego, una silla en esta y todas las películas, de la cosas que afectan a la caza, sea la conservación o la agricultura, sin mas menosprecios, suplantaciones o ninguneos de nadie, ni ser moneda de cambio, ni dependiente de otros, ni necesitar alcachofa alguna para figurar. Los problemas se resuelven, no se airean, salvo que se necesiten los problemas para resolver crisis de reconocimiento. Este, el de las declaraciones públicas apoyando a unos y otros, según toca, será, en todo caso, el camino de una persona, nunca el de un colectivo social; el de los cazadores desde luego que NO.

Dejémonos de Oficinas Nacionales y pomposas Federaciones anquilosadas, que necesitan la notoriedad para subsistir; apostemos por pequeñas asociaciones, solo, de cazadores, que manejan poco dinero, pero el suficiente para funcionar bien y no pueden ser plataformas de lanzamiento de nadie, ni filones de poder personalista, apetecibles por nadie. Entidades pegadas a la tierra, a los afectados por los problemas de otros grupos o sectores, capaces de dialogar y de hacer un trabajo conjunto, cuando haga falta –como es el caso- in situ. Pero, básicamente independientes de otros colectivos o sectores, con intereses divergentes, usando la libertad, de verdad, que sepa aconsejar la posición lógica y eficaz favorable al cazador en cada caso, pero conciliando este interés propio con el de enfrente, sea ecologista, consumidor, agricultor o dueño de finca de caza. Asociaciones, clubes, sociedades o como queramos llamarlas coincidentes con formas de caza y tradiciones, especies cinegéticas concretas, espacios singulares, comarcas de hábitat uniforme; capaces, todas y cada una de tratar, negociar y defender de forma autónoma, cada problema que afecta a la caza; a su caza y a su derecho a cazar. Solo desde esta posición independiente se puede conseguir un respeto y una credibilidad. Las macroestructuras no sirven para resolver problemas de este, ni de ningún calibre –a las pruebas de nuestra historia reciente, me remito y a los “asuntos pendientes”, también-.
¿Cómo podemos pedir a un agricultor que pase el peine a medio metro porque la codorniz se la llevan empacada, o que no eche pesticidas agresivos que nos causan otro similar o que tal, tal y tal, que colabore con nosotros, los cazadores, si cuando ellos tienen un problema, nosotros, nos dedicamos a darles una pasada ecologista inoportuna en los medios de comunicación?. Esto no tiene sentido, esto no son formas y solo lo entiende el que tiene el problema, sea agricultor o cazador, ambos cara a cara, no el federativo con crisis de representatividad, ni el asaja de corbata correspondiente. Los primeros se dedican a entenderse y resolverlo; los segundos, a la prensa. La eterna canción, figurar por figurar y luego ¡sálvese quien pueda, hasta la siguiente!.

Si esta idea organizativa de los cazadores calara, se llevara a cabo poco a poco y algún día prosperara, tal vez se consiguiera, después, hacer una auténtica Oficina Nacional de “Cazadores”, coordinadora de todo el conglomerado de entidades asociativas activas y trabajando por el cazador, sin más, que ya es bastante, desde luego mucho mas que la macroestructura federativa “cosmética” actual. Nuestra comparación organizativa, en este sentido y en otros, con los países europeos, tales como Francia o Reino Unido, etc. es simplemente “incomparable”, en razón a su eficacia. Ellos si defienden al cazador, desde abajo y desde hace muchos años, sin necesidad de meterse hasta en los charcos, descubrir nuevos adversarios, ni monopolios, ni palios, ni alcachofas, ni fotos para la ocasión, acometiendo el conflicto cuando, de verdad, lo merece.
De seguir así, todas las pretemporadas, año a año, va a ser verdad aquello de “cuanto peor: mejor”. No vamosa a ninguna parte, seguiremos recibiendo palos, ahora de aquí, mañana de allí, por no tener mas que derecho al pataleo y no gozar de respeto social.Y yo digo, si esto la federación no es capaz, al contrario, cada vez lo hace peor como es el caso ¿por qué no nos dejan en paz, cierran el chiringuito, nos organizarnos libremente, -aunque sea copiando el modelo eficaz de los demás agentes sociales adversarios-, dialogar con quien corresponda, tomar decisiones autónomas, resolver los problemas donde están, arrimar el hombro si hace falta y, desde luego, cazar tranquilamente, si podemos?. Muy sencillo, porque sobran alcachofas y sillones por doquier.

Cordialmente,28-8-07

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