viernes, 17 de abril de 2009

Crisis económica en la caza: Desastre u oportunidad

Fundamentar la actual crisis económica en los desmadres y los excesos del sistema de mercado y en la podredumbre del modelo económico especulativo, que se ha dado a si misma esta sociedad, ya no es noticia para nadie, que tenga un mínimo de rigor intelectual e informativo. Esto es algo que reconocen hasta los padres de la criatura, desde su retiro en una playa del Caribe. Todos sabemos que estamos donde estamos, hoy, ahora, desgraciadamente, por la falta de control de los poderes políticos sobre aquellos "espabilaos" de los poderes económicos, que se han enriquecido fácilmente a base de especular, engañar y estafar al resto de los mortales, para acumular la pasta en el calcetín o bajo el ladrillo (ahora se llaman "paraísos fiscales") subidos en el corcel del "intocable libre mercado". No merece la pena entrar en detalles porque esta página -la de saber porqué ha sucedido- ya la hemos pasado, como análisis del problema que nos preocupa y, además, esta en la mente de todos. Lo sabemos.

La caza no ha escapado a los efectos de la crisis, como no podía ser de otra forma, teniendo en cuenta que la práctica cinegética moderna es un sector económico mas, como otro cualquiera donde se practican las mismas reglas. Me atrevería a decir que, si existe la caza actual, es, en gran medida, porque da dinero, produce beneficios y, a veces, crea puestos de trabajo, indudablemente, pero no ha escapado a la tomadura de pelo general mundial vigente: la crisis.


Hecho este preámbulo, sin ánimo de pontificar sobre asuntos financieros, que no es lo mío, voy al tema: la caza esta en crisis, como todo y como casi todos. Esto es un hecho irrefutable. Tanto es así que, mucho antes de abrirse la veda, allá por Octubre del 2008, los voceros de los medios de comunicación especializados en el mercado de caza, serviles portavoces del sector empresarial cinegético, ya se hartaron de sembrar el pánico, de barruntar crisis y de clamar por el inminente "desastre" que se avecinaba, sobre las cabezas de los mal llamados "productores de caza" -que no son otros que aquellos que sacan pasta por las especies de caza que tienen en sus tierras y/o los que la traen en un camión y la sueltan antes de ser abatida-. Pedían caridad para los orgánicos, para los de la carne, los de los hoteles, las agencias de viaje, etc... con la finalidad de contentarles y, con ello, hacerle el juego y pasarle la mano por el lomo, como siempre, a todo bicho viviente de este chollo que es la caza, acostumbrados a llevárselo "crudo" y porque sí, a costa de los cazadores. Empezaron a sembrar pánico antes de confirmarse el hecho de la crisis en el sector -en un alarde de previsión que lo único que consiguió fue acelerar el proceso de restricción del gasto en caza por parte de la clientela- , apelaron a nuestros corazones (léase bolsillo), antes de que se vaciara destinado a asuntos mas, digamos, importantes que la caza, a ver si adelantando la previsión y barruntando el desastre provocaban que los cazadores se lanzaran en busca de la oferta, antes inexistente. Efectivamente el hecho se confirmó: la crisis llegó al sector y, además, fuerte.

Es evidente, una vez mas, como en cualquier otro análisis de situación sobre asuntos relacionados con la caza, sea del tema que sea, que hay que distinguir entre los que están forrados, con finca propia y demás miembros de la altas capas sociales que cazan -en virtud del archiconocido, tradicional e indestructible juego de favores- frente al resto de los mortales, es decir los cazadores de a pié. Los primeros, con crisis económica o sin ella, han seguido a su rollo, como han hecho toda la vida y para sus "señorías" -los que cazan y no pagan o les da igual lo que tengan que pagar-, no hay crisis, ni antes, ni ahora, ni nunca; no así para los segundos -es decir los que pagan por cazar-, para los que la cosa se ha puesto fea y hemos bajado el nivel de gasto en caza de una forma importante, básicamente porque los ingresos familiares han bajado o porque , naturalmente, hay que ser prudente y responsable con la administración del gasto familiar. Menos monterías, puestos que no se han cubierto, acciones/tarjetas que no se venden, precintos que se abaratan, precios que se van cayendo y jornadas venatorias que no se celebran, ha sido la tónica general durante toda la temporada. Menos demanda. Por lo tanto, ya se sabe: bajada de precios y reducción del número de jornadas cinegéticas por doquier.

Se atrevieron, aquellos analistas tan listos y previsores, a irritar el lacrimal colectivo -al pairo de la crisis que todavía no había llegado- pero además a pedir ayudas y subvenciones al de siempre, "papá Estado", para este sector cinegético, por las pérdidas (?) que ese bajón de las contrataciones en caza, supuestamente, les producían o iban a producir. Ayudas que no procedían y aprovecho, por lo tanto, para hacerme una pregunta a la que ya tengo respuesta: ¿Perdidas?:Yo siempre he entendido que uno puede perder el dinero cuando previamente lo ha puesto, lo ha invertido, pero, por no recoger un beneficio anual, sistemático y "limpio", no habiéndose invertido nada previamente, no se tiene una pérdida, se tendrán menos ingresos pero no pérdidas, necesariamente. Lo que ha ocurrido es que, sencillamente, esta vez, este año, no se lo han llevado "crudo". Dicho de otra forma mas clara todavía: no se puede perder lo que no se ha puesto. Menuda argucia argumental esa de las pérdidas. Una vez mas se demuestra lo que ya sabemos, cómo funciona el mercado cinegético, en negro y totalmente sumergido, así como también sabemos quienes son los que lo manejan: mercaderes bajo cuerda, no precisamente empresarios con mayúsculas; estos últimos son una honrosa excepción; los primeros, mayoría, precisamente los que mas lloran, se quejan y apelan a la subvención.

Cerrada la temporada, el balance es desolador y ahora no saben que hacer, si hablar en serio del problema, que consiste en reconocer que el mercado se ha caído y va en picado o volver al triunfalismo de siempre, para vender la idea de que la crisis no ha afectado a la caza porque los cazadores somos tan apasionados (nueva forma de llamarnos tontos) que nos quitamos el dinero de otras cosas para cazar, lo cual es, naturalmente, una gran mentira, porque seremos tontos pero no irresponsables. Lo primero es lo primero y después el cachondeo.

Tengo que reconocer, en este punto, que me encuentro entre los que sin dudarlo ni un segundo he optado por, tácticamente, tomarme un año de relax en el gasto en caza y esperar a ver hacia donde tira el mercado -aunque podría haber mantenido mi nivel de gasto de otras temporadas- pero he considerado que ha llegado el momento de que ese mercado al alza, sin justificación, especulativo, sumergido y dirigido por mercaderes, con unos precios totalmente abusivos, que ha venido imponiéndose durante los últimos años, fiel reflejo del modelo económico general, merece una reprimenda y debe llevarse un buen palo y recibir un aviso a navegantes, con un apriete de cinturón personal y, de cundir entre los cazadores esta misma postura, a ver que pasa, si siguen bajando los precios y hasta donde.

Lo deseable es que los precios fueran mas ajustados a la verdadera situación de la economía general del país. Así debería ser y bienvenido sea un ajuste hacia lo asequible, razonable y justificado frente al pitorreo artificial y especulativo, reinante hasta ahora, del que, por supuesto, no se quejaban, nadie chistaba ni decía esta boca es mía, mientras engordaban las cuentas corrientes a base de sobrevalorar el producto cinegético y asistían impasibles a los abandonos de cazadores que no podían soportar ese ritmo frenético de precios que, a estas gentes, se les ocurría caprichosamente pedir por cazar en España en cada momento, sabiendo que lo vendían todo, para luego irse a pulir los beneficios en safaris.


Esta postura individual -que hago pública sin animo de pontificar, ni de ser mas listo que nadie, pero, por si otro cazador coincide con ella, que sepa que ya somos dos- lo que busca es procurar ayudar a poner las cosas en su sitio, no pagar mas de lo que vale cazar; evitar que haya gentes llevándose la pasta a cambio de no arriesgar nada, especulando y encareciendo artificialmente el producto " caza", a costa de todos nosotros y bajo cuerda en muchos casos.

Como hacer una reflexión y un análisis pierde valor sin pruebas, no me queda mas remedio que mencionar también, al hilo de esto y como vergonzoso ejemplo, la circunstancia del daño que han hecho a todos los cazadores de a pie, los nuevos millonarios, -albañiles antes, ahora constructores y magnates del ladrillo- que irrumpieron en el mercado cinegético por moda o pura ostentación, hace pocos años, encareciendo cotos, fincas y tarjetas. Han supuesto un auténtico y tremendo palo a las oportunidades del cazador modesto elevando la demanda sin sentido. Triste irrupción en la caza de gentes, nuevos escopeteros sin base, ni tradición venatoria alguna, pero con los bolsillos repletos, que, además, lo han hecho con el beneplácito de los dueños de finca de esos del "bienvenido el ultimo que llega y pádentro el que mas pague", orgánicos y demás actores de toda esa farsa de precios injustificados, estratosféricos y de beneficios fáciles, que ahora se ha venido, por fortuna, abajo estrepitosamente y, por cierto, con el silencio de los de siempre, los que dicen que nos representan y nos defienden (?).
Bienvenida sea la crisis y la caida del mercado del ladrillo, a estos efectos, es decir, los nuestros, los del cazador de base, porque toda esa caterva de nuevos clientes cazadores (?) oportunistas, que han reventado el mercado pagando caza a manos llenas y expulsando a los demás, ahora se han quedado a dos velas, sin un duro.

Pero no quiero terminar esta reflexión sin ser constructivo y llevar el tema donde se debe llevar, es decir, al lado positivo de las cosas justificando así el título de mi artículo y para no deprimir al resto de mis cofrades, porque la caza, ante tanto desconcierto, ciertamente puede verse beneficiada de esta situación y me explico.

Ya no hace falta que clamemos, nos quejemos y denunciemos los precios inflados por cazar, lo inaccesible de la actividad cinegética para muchas capas sociales modestas, no, eso el propio sistema ya lo esta corrigiendo él solito y para bien. Ahora lo que tenemos que pedir, además de precios justos y que los productores e intermediarios se dejen de pedir dinero injustificado, bajando sus ofertas, es calidad del producto caza.

Los que pagaban sumas incomprensibles y disparatadas por cotos, monterías y demás, también han permitido, aceptado y provocado el abuso y la ilegalidad de la caza de bote, de granja e importada de fuera de nuestras fronteras, en muchos casos ilegal, sin ningún reparo ni traba. Se trataba de darle gusto al dedo, claro, tirando a lo que sea, mientras corriera o volara. No eran, ni son cazadores, pero si han hecho posible y provocado la proliferación y extensión de explotaciones, cotos intensivos, etc, por toda la geografía, prostituyendo así la caza con sus alardes y excesos pero, lo peor, justificando un entramado pseudoempresarial insostenible e inflado, que ahora, con la crisis no se necesita ni nadie lo demanda.

Muchos de ellos ya han dejado de ostentar y presumir de talonario, porque sus negocios se han ido al garete, en consecuencia han dejado de cazar, pero la estructura, el entramado del mercado de la caza, basado en la caza falsa y de bote ahí ha quedado, vivito, coleando (nunca mejor dicho) y comiéndose su producto en cotos y granjas, por no poder darle salida. Un hecho consecuente y a todas luces justo en relación con el daño causado a la caza verdadera. Las Administraciones no deben apoyar los negocios cinegéticos descontrolados, injustificados y falsos -donde no se sabe si lo que se vende son especies cinegéticas o pantomimas de bote- ni se conoce donde se destina el beneficio de esos montajes, ni cuanto ni quien paga por ello.

Ahora, si, con la crisis, es el momento de hacer una reconversión del sector, eliminando animales híbridos de las granjas, controlando y supervisando seria y definitivamente los movimientos de animales, sancionando a los infractores y evitando que se siga banalizando y destruyendo la caza ética y conservacionista, como hasta ahora, a base de poner animales delante del punto de mira de cuatro mercachifles que pagan enormes cantidades por pegar cuantos mas tiros mejor. Volviendo al principio ¿será este el tipo de cliente que añoraban y veían peligrar en sus negocios los voceros que anticipaban la crisis, allá por el mes de Octubre?: Por supuesto que si.


Los cazadores no debemos pagar, ni mucho antes, ni poco ahora, por matar animales soltados, híbridos, falsos y sin control alguno. No debemos volver a aceptar el cachondeo de pegar tiros a lo que sea porque hay dinero para hacerlo. No debemos consentir mas timos ni tomaduras de pelo, dándonos gato por liebre. Si tenemos recursos económicos para seguir cazando, que sea a un precio justo, que compense el gasto y la inversión que tenga y haga el propietario del terreno y además, lo mas importante, con piezas de caza de verdad, no sucedáneos. La crisis es una verdadera oportunidad de oro, tal vez la última, para sanear un sector donde casi todo era mentira hasta hace poco y se toleraba, justificado todo ello, por la existencia de dinero a rebosar y todo el mundo a callar la boca; ahora que no lo hay, basta ya de engaños y tomaduras de pelo. No demos ni un solo euro a aquellos que no justifiquen su esfuerzo en producir caza de verdad y de calidad, nunca mas.

No perdamos la oportunidad de apretar las clavijas -con nuestras ausencias a cacerías y no aceptando pagos desorbitados- a todos los implicados en el negocio cinegético, a la hora de contratar, exigiéndoles caza auténtica, con control y declarada.

Solo así protegeremos a los verdaderos empresarios cinegéticos, no a los especuladores; solo así ayudaremos a aquellos dueños de fincas que se esfuerzan en mejorar los habitats y las especies cinegéticas que habitan en sus terrenos para que prosperen. De esta forma dignificaremos la caza, a nosotros mismos y tal vez evitemos que regrese, cuando acabe la crisis, ese modelo especulador que tanto daño ha hecho a los cazadores, tantas voluntades ha doblegado y tantas aficiones ha frustrado.

Cordialmente,

2 comentarios:

  1. Sublime de nuevo con este articulo D. Jose Antonio, no me cabe decir otra cosa..! entre úste y el blog de señr: JMOR aprendo mas lellendo que cazando.Enhorabuena de nuevo.

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  2. Eufemio, muchas gracias por la comparación; pero lo mío es literatura barata.
    Esto es otra cosa, aquí hay seridad, reflexión y solvencia.
    Un abrazo.

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